miércoles, 14 de diciembre de 2011

FALSAS APARIENCIAS



            - ¡Hola querida cuñada! - dice Eulalia con una hipócrita sonrisa.
            - ¡Hola guapa! - responde Tamara con otra sonrisa, igualmente hipócrita. Se acercan y, ante toda la familia, se dan dos sonoros besos intentando camuflar un intenso y mutuo odio, ya histórico. La verdad es que cuando se besan parece que se den asco, apenas se tocan.
            - ¿Cuánto tiempo, verdad? - dice Eulalia.
            - Si, ya tenía ganas de verte - responde Tamara. Pero en el interior de su mente aparece la realidad de sus deseos hacia su interlocutora. El entramado neuronal de Tamara reproduce a todo detalle una secuencia en la que sale ella misma arrancando una a una las uñas de los pies a Eulalia. Ésta grita a cada tirón, y gime, y sufre. Un sufrimiento que crea en Tamara una sonrisa. Lo sé porque Tamara lo sabe. Sus maridos tampoco se gustan, pero en lugar de odiarse mutuamente, se limitan a beber. Beber hermana a los hombres, o los anula cerebralmente hasta que olvidan que se odian, una de dos. Pero Tamara es incapaz de borrar su odio hacia Eulalia, ni por un segundo.
            - Estas muy guapa - dice Tamara mientras piensa que está más gorda, más vieja y mal maquillada. Y eso le gusta. Disfruta viendo como su eterna rival envejece sin dignidad y evidencia su mal aspecto con un exceso de potingues en la cara. Piensa que todo el mal que le pueda ocurrir es menos del que se merece por haber intentado matar a su suegra, empujándola por las escaleras, y por haberle hecho firmar a su suegro la entrega de la herencia, cuando éste estaba senil. Todo por recibir antes su herencia. Y la muy cerda sigue allí, en libertad, faltaron pruebas para acusarla. Pero yo lo sé. Tamara lo sabe.
            - ¿Has visto? Ya ha llegado Encarna con su nuevo novio - le comenta Eulalia a Tamara - que fulana que es, y encima siempre está mirándonos por encima del hombro.
            - Claro, se cree que por llegar en un coche caro es superior, pero todo el dinero que tiene es el que le saca a su novio, siempre con novios ricos y cambiando, seguro que es una infeliz - contesta Tamara.
            - Seguro, además cada vez está mas gorda, si sigue así acabara sola, sin nadie a su lado que le ayude en su vejez.
  Cuando Encarna se acerca a ellas le saludan sonrientes y continua el festival de banal hipocresía hasta la hora de comer.
  Se sientan y, al alrededor del abundante banquete, parece respirarse un ambiente feliz, todos los primos reunidos a la sombra de los pinos, disfrutando de la brisa primaveral mientras comen. Hablan y comentan sobre experiencias vividas, se huele la nostalgia. Todos parecen llevarse bien. Pero Tamara sabe que eso es todo una ilusión, ella sabe bien las disputas que han tenido, las rivalidades, las envidias... no son pocas.
  Tamara se ha cansado hace un rato de ser hipócrita y guardar las apariencias, no puede aguantarlo más. El odio hacia los familiares que la rodean empieza a aumentar, la sonrisa de su cara se borra y sus dientes se aprietan. Desde mi celda acolchada os puedo asegurar que Tamara empieza a sentir un fuerte martilleo en su cabeza. No lo aguanta más y se levanta de la mesa sin decir ni una palabra. Acude a la caseta dónde su tío, dueño del terreno, guarda las herramientas. Coge un bidón de gasolina, la que se usa para la motosierra, y sin que nadie se de cuenta, empieza a formar un círculo a unos metros alrededor de la mesa donde están los invitados disfrutando de la comida. Cuando el círculo se cierra le prende fuego con un mechero y, en cuestión de pocos segundos, todos los comensales se ven presos de una jaula de llamas. Cunde el pánico, la gente grita, y alejándose del círculo que les tiene rodeados, se acercan unos a otros. En medio del caos y la confusión Eulalia, sin ni darse cuenta, coge la mano de Encarna. Por un momento se miran con aparente complicidad, pero de repente empiezan a discutir.
            - ¡Tú, eres una zorra! ¡Siempre mirando a las demás por encima del hombro por tener un novio rico! - le grita Eulalia.
            - ¡Y tú eres una ruin roba herencias sin moral! - le contesta Encarna con el mismo tono de voz, y tras un par de palabras no muy bonitas más, llegan a las manos.
  Los maridos de Eulalia y Tamara también sacan a relucir los fantasmas del pasado.
            - ¡Ladrón de mujeres, Eulalia tenía que ser mía! - grita el marido de Tamara.
            - Pero tu me dijiste que estaba todo bien, eres mi primo, pero si fuiste el padrino de bodas y todo - le contesta el de Eulalia.
            - Te odio más por eso, tenías que restregarme tu triunfo, eres un ser repugnante y malvado.
            - Pues te jodes, tu siempre me restregabas tus juguetes nuevos y todo lo que te compraban tus padres durante la niñez.
  Y también empiezan a pegarse. La violencia se contagia, poco a poco, hasta que los quince asistentes al picnic familiar acaban pegándose unos con otros. El territorio delimitado por las llamas pasa a ser una batalla campal.
  Tamara ríe a carcajadas desde lo alto de la caseta del terreno. Ríe y disfruta al ver lo que ha provocado, le satisface ver un poco de sinceridad entre sus familiares, cosa que siempre había faltado.
  Al poco rato llegan los bomberos y la policía. Todo se soluciona. En unos minutos apagan el incendio y no hay heridos graves. Tamara abandona el área en un coche patrulla, pero Tamara ya no existe. Se ha desvanecido, ahora solo queda Tammy llena de amor, Tammy llena de felicidad, de Tamara ahora solo quedo yo. Tamara ya no existe y su familia nunca, jamás, volverá a organizar un encuentro conjunto como el descrito en estas líneas.  

domingo, 4 de diciembre de 2011

VIERNES NOCHE

*Recuperando textos antiguos, este en concreto un monólogo para un proyecto de programa de TV


Hola, buenas noches, se acerca el fin de semana y hoy les vamos a hablar del plan del viernes. Vamos a la discoteca, que parece ser la mejor opción desde un principio. Así pues, desde un principio llegas a la cola y ves que tienes que esperar una barbaridad. Tanto es así, que una vez, yo estaba allí esperando, con mi botella de refresco aliñado de 2 litros, y la pareja que tengo delante se empiezan a liar. Y nada, así los ves, taca ta taca ta, y todo lo demás. Y después de eso esperamos todavía tanto, tanto, que llegamos a retroceder un puesto todos los que estábamos por detrás. 
  Total, que llegas a la puerta porfin, y te encuentras con un armario de 2x2 que te dice que no puedes pasar con bambas. Que no puedes pasar... normalmente no te importaría mucho no entrar allí, pero después de lo que llevas esperando te niegas en rotundo a ceder ante las imposiciones del portero, te pones serio, le miras amenazante, y entonces te pones a llorarle como una niñita de 4 años despojándote de toda dignidad para que te deje entrar. Finalmente le convences, o se harta de verte, una de dos, pero el caso es que te deja entrar, pero eso si, pagando 30 euros de entrada. Claro, le enseñas tu debilidad y se da cuenta de que puede abusar, y lo peor de todo es que, después de la larga cola y haber perdido tu dignidad y 30 eurazos por entrar en el lugar, le das hasta las gracias. 
   Pero bueno, al fin ya estas dentro, así que, tras darte una vueltecita por el lugar fichando cuales van a ser tus posibles desamores de una noche, ves la barra y piensas en pedir un señor cubata que te alegrará la fiesta y hará que haya valido la pena llegar hasta allí. Llegas a la barra, das un par de codazos para que te dejen un espacio diminuto, se cagan en tu puta madre un par de veces o tres, te insultan, te desprecian, pero llegas. Y te llevas una gran sorpresa, tus fantasías sexuales mas profundas se ven protagonizadas por una persona exactamente igual que la que te esta sirviendo la copa, y encima te la sirve con una sonrisa. Pero llega el momento en el que te das cuenta de que todo era demasiado bueno para ser verdad, y este es el momento de pagar. -8 Euros- Te dice, y tu, totalmente convencido sacas el ticket de la entrada y se lo das, y en el momento en que te estas llevando el vaso te dice, -Perdona, que la entrada no incluye bebida- . Entonces piensas –TIERRA TRÁGAME- y te pones a rebuscar en el interior de los bolsillos rezando por encontrar monedas que te puedan sacar del apuro, pero claro, después de haber pagado 30 pavos por entrar no te queda mas que parte de la vuelta del billete de metro que has comprado, y ni siquiera esta entera, pues la mitad de las monedas se te han caído peleándote por un trocito de la barra para que te sirvan algo que no puedes pagar de ninguna manera. Finalmente dejas la bebida en la barra, y esperas que la camarera no te vuelva a ver.

   Con la tontería de ir a por los cubatas has perdido de vista a tus amigos, y te sientes de repente, solo, sin dinero, sin bebida… aunque eso último es algo que de repente ves que se puede solucionar. Algún despistado acaba de apoyar su bebida y, mientras se enrolla con su chica, tu vas por detrás y como una serpiente mueves un vaso lleno de gin tonic a una velocidad trepidante y sin derramar una gota te lo llevas. Ya tienes tu cubata, una cosa menos de que preocuparte. Ahora vas en busca de tu grupito, pero como no lo encuentras y te cansas de sentirte como un perro abandonado en una perrera, decides hablarle a alguien por amistad, “o lo  que    surja” … -Hola como te llamas?? –Que?!- - Que como te llamas??!!- - Que qué??!!!- - Que como te llamas????!!!!!!! – Ves que hace una cara de afirmación acompañada de una sonrisa, y piensas –DE PUTA MADRE!!, LE GUSTO- Pero entonces te saca un mechero y espera a que te enciendas un cigarrillo, preguntando que porque lo llamo llama y no fuego como todo el mundo. En fin, que sacas un cigarrillo, te lo enciendes y te vas en otra dirección preguntándote que haces fumando, ya te dejarás la voz en otro momento. 
  Finalmente ves de lejos a una amiga de las que habían entrado contigo, y vas con ella. Cuando te acercas y la ves tambalearse te das cuenta de que hubiera sido mejor seguir tu camino en solitario. Pero sois amigos así que cuando se cae de rodillas al suelo y vomita, tu, como buena persona, la coges por un brazo y la ayudas a salir de la discoteca, y no es que vayas sobrio, pero mejor que ella, que ni tan siquiera se tiene en pié, seguro. La ayudas, la acompañas hasta la puerta de su casa y te vas a la tuya. Acabas en la cama todavía ciego, sin haber pasado la borrachera. Total ¿para qué? La única recompensa es una mañana con una resaca de campeonato, y, casualmente es el día que alguien decide pasar la aspiradora y poner la lavadora a la vez en tu casa, y te prometes que no volverás a beber, ni a la discoteca. 
  Llega el fin de semana siguiente y tu grupo de amigos pregunta que a dónde podéis ir, y, tal vez sea adicción al sufrimiento o la esperanza de que todo salga bien la próxima vez, pero lo primero que dices, y además con un gran entusiasmo es: VAMOS A LA DISCOTECA!