Son las tres de madrugada, hora de bastante actividad en las
sucias callejuelas del barrio viejo de Mothman City. Barrio de bares nocturnos
llenos de vicio. Drogas, alcohol y prostitución es el contexto. Estrella
Poderosa es el personaje principal. A través de su antifaz busca pistas que la
acerquen a la verdad sobre la misteriosa muerte de una prostituta la noche
anterior. Apareció muerta por la mañana en el motel “Dos Rosas”. Un motel que
presume de tal discreción que se ve que no pide ni nombres al entrar. Ahora se
enfrenta a una demanda de la familia de la chica, por falta de seguridad. Habla
con el recepcionista que describe al tipo que entró con la chica.
-
…era un hombre alto, sin ningún rasgo destacable
excepto una cicatriz – explica.
-
¿Una cicatriz? ¿Cómo era? – Pregunta nuestra
voluptuosa heroína.
-
Pues bastante grande, en la mejilla, era como si
estuviera marcado, ya sabes, rollo mafias y esas cosas…
De repente una
tormenta de recuerdos inunda la mente de Estrella Poderosa. Aquello ocurrió
cuando todavía era nueva en el negocio. Fue su tercer cliente, antes de que se
expandiera por la red el rumor de que Estrella Poderosa satisface deseos
sexuales, cuando todavía hacía la calle si no llegaba a fin de mes.
Recuerda como llevó
a un tipo a su apartamento y éste la quiso tocar, aun cuando ella le dejó muy
claras sus normas. Las manos quietas, pasividad y jamás preguntar por verla con
menos ropa. El hombre, frustrado, la empujó y se abalanzó sobre ella cuchillo
en mano.
-
Tú vas a hacer lo que yo te diga, puta... - le dijo susurrando al oído.
-
¡En tus sueños, desgraciado!
Sin problema
ninguno, la súper poderosa mujer, se lo quitó de encima, le rompió el brazo que
la amenazaba y de un puñetazo le rompió la nariz. Acto seguido, empezó a
romperle los dedos de la mano uno por uno, mientras le hablaba:
-
Verás… - rotura de meñique – yo ofrezco un
servicio, y si no te gusta no pagues y buscas a alguien que te dé,
voluntariamente, lo que buscas – rotura de anular - no porque tu pienses que este oficio no es
respetable, puedes tratar a las chicas como si no fueran más que escoria que te
tiene que complacer - rotura de corazón, el dedo - las
personas como tú no valen una mierda, - rotura de índice - tu muerte sería beneficiosa para la sociedad
– rotura de pulgar – pero te voy a dar una oportunidad de redimirte.
La chica le soltó y
el hombre intentó alejarse arrastrándose por los suelos, cual el gusano que
era, pero Estrella Poderosa todavía no había acabado con él.
-
Espera un
momento, - dijo mientras cogía el cuchillo – no he acabado contigo.
Levantó al hombre
agarrándole por el cuello, le empotró contra la ventana y le explicó mientras
le rajaba la cara:
-
Escúchame psicópata de mierda, esto es para que
cada vez que te mires al espejo te acuerdes de lo que intentaste hacer y
recuerdes que NO se fuerza a otra persona a hacer nada que no quiera.
Recuérdalo si no quieres que te persiga día y noche hasta alcanzarte y
arrancarte la piel a tiras.
Dicho esto lo lanzó
por la ventana de su primer piso.
De eso hace ya dos
años. Estrella Poderosa sale conmocionada de la recepción del “Dos Rosas”. El
sentimiento de culpabilidad es inevitable. Parada en frente de la puerta, ve
como se enciende en el cielo la Venga-señal. Y al poco su teléfono suena. Es
Poderosa Escarlata. Pero los Venga-Rangers tendrán que esperar. Ella tiene un
asunto personal que atender. Empieza a dar vueltas por las callejuelas del
barrio, preguntando a todas las mujeres de oficio si han visto al tipo de la
cicatriz. En una esquina ve a SúperForzudo tirado en el suelo junto a unos contenedores con olor a
orín. Le intenta despertar.
-
¡Eh, tío! – le dice mientras le abofetea la cara
– que han encendido la señal, que se necesita de nuestra ayuda.
Pero la única
respuesta que obtiene es la arcada previa al vómito del ebrio superhéroe. Lo
mejor que puede hacer por él es apartarle de su vómito, tumbarle de lado para
que no se ahogue y seguir su camino. Por un momento se pregunta si debería acudir
a la señal, sabiendo que SúperForzudo se encuentra incapacitado. Pero no puede,
la idea de cargar con otra mujer muerta a su conciencia se lo impide. Aún
quedan otros dos VengaRangers para hacer el trabajo. Un poco más abajo, en la
misma calle, se encuentra a Abiona, una chica africana con la que había
compartido algunas palabras con anterioridad.
-
¿Qué pasa chica? Hacía mucho que no te dejabas
caer por aquí – dice la mujer con un marcado acento - ¿La crisis también te
afectó y has tenido que volver a la calle?
-
No estoy aquí por eso – contesta nuestra heroína
– yo estoy buscando a un hombre, tiene una cicatriz en la mejilla, no te vayas
con él si aparece.
-
Si claro, como si pudiéramos elegir – dice
Abiona mientras señala con sus brazos a ambos lados de la calle – ¿ves el
montón de mujeres que hay ahora en la calle? La competencia se ha vuelto muy
dura desde el crack del ladrillo, mira aquella de allí – dice señalando a una
mujer con traje – pues antes era arquitecta y cobraba cientos de los grandes al
mes, ahora se ha resignado a vivir en el umbral de la pobreza vendiendo su cuerpo
para subsistir. El tío de al lado, después de años lanzando piropos a mujeres
desde un andamio, ahora también me quita clientes. Esa otra – apunta con el
dedo en la dirección opuesta- enfermera
que se ha quedado en la calle tras la última reforma en sanidad, y aquella de
las gafas profesora interina durante años, y mírala. Como ves, no me puedo
permitir rechazar a un cliente si quiero pagar la matrícula de la universidad,
a ver si con un grado puedo encontrar trabajo en otro país con más futuro.
-
Bueno Abiona, tu decides, pero ándate con ojo,
ese hombre es peligroso. – Le advierte
Estrella Poderosa.
-
Si lo dices por lo de anoche… estoy enterada, no
te preocupes, si alguien me intenta poner la mano encima le pateo las pelotas.
No sería la primera vez que pasa.
-
Buena suerte – se despiden.
Amanece y el
cansancio empieza a hacer mella en la súper poderosa mujer. A pesar de todo, necesita dormir. Se va a
casa. Pero permanece dormida poco más de dos o tres horas. Tiene la mente
demasiado centrada en su perseguido como para dormir más de lo estrictamente
necesario. Con el desayuno preparado enciende su tele de cuarenta y ocho
pulgadas. Hace zapping por los distintos canales de noticias locales y
nacionales deseando que no se hable de otro asesinato en el barrio viejo de la
ciudad. Poderosa Escarlata encabeza todos los noticiarios gracias a una épica
hazaña. La noche anterior expulsó de la ciudad a un monstruo gigante. Una
hazaña digna de los VengaRangers. Muy distinta del oscuro acto que ella planea
llevar a cabo. Por eso decide no ponerse el antifaz esta vez. No quiere manchar
el nombre del súper grupo. En su lugar utiliza una peluca y abundante
maquillaje. El incógnito le ayudará.
Sale a la calle con
un mal presentimiento que se materializa cuando ve coches de policía y
ambulancias parados en un portal. Salta el cordón sin que nadie la detenga,
pues los encargados de vigilarlo están tomándose un descanso, con café y
rosquilla incluidos, como todo buen funcionario. No le cuesta encontrar el piso
dónde se ha llevado a cabo el crimen, y ve allí como los camilleros tapan el
cuerpo inerte de Abiona. Le inunda la rabia y la impotencia. Le da tal golpe al
muro que tiene al lado que los cimientos de todo el bloque se tambalean,
dejando el muro totalmente destruido. Desaparece con su súper velocidad ante la
mirada atónita del personal de ambulancia.
Tras reflexionar un
poco decide aplicar a su búsqueda el principio de Mahoma, que si no va a la
montaña, la montaña ira hacia él. Lo cual es una monumental gilipollez, pues
las montañas no tienen piernas. Pero su presa sí. Se para en una esquina y
rechaza a todos los tíos que se le acercan. Por grande que sea la suma de
dinero que le ofrecen. No puede distraerse, no puede permitirse ni una muerte
más. Tras largas horas de espera aparece
el hombre de la cicatriz y el plan de Estrella Poderosa parece funcionar. Él no
la reconoce. Sin embargo ella a él lo reconocería aunque pasara por quirófano.
El odio se despierta al verle, como si el hombre fuera un interruptor para
ello. Le lleva a su piso de oficio. Le dice que se siente en el sofá. Se planta
frente a él y con la mirada firme en su cara, Estrella Poderosa, se quita la
peluca.
-
Ahora entiendo porque me resultabas familiar –
dice el asesino deslizando suavemente su mano hacia su bolsillo.
-
¿Has matado tú, a las dos chicas asesinadas en
el barrio?
-
Si… sabía que era el modo idóneo para
encontrarte y… ¡Matarte! – grita el hombre a la vez que apunta a matar a la
súper mujer, y dispara.
La bala golpea en la frente de Estrella y apenas le hace un
rasguño.
-
Tu no has entendido nada, ¿Verdad? – dice la
mujer llena de ira – soy tu castigo divino por tus pecados y tu no eres más que
un montón de semen de orangután que no vale la mierda que caga. Simplemente no
puedes deshacerte de mí – el puño de Estrella Poderosa se enciende
convirtiéndose en la base de una hoguera que emana llamas de energía
destructora – ahora, recibe el castigo por no haber cumplido con mis exigencias
y desaparece.
La mueca de terror
del asesino solo desaparece cuando se convierte en una mueca de dolor, que dura
tan solo unos segundos hasta quedar reducido completamente a cenizas, junto con
algunos muebles del piso. El hombre ha desaparecido, pero los sentimientos de
culpa de nuestra heroína no. Pues no puede dejar de pensar que la muerte de
Abiona y la otra muchacha del barrio, fueron culpa suya pues, obviamente, de
haber matado en su día al asesino, éste no habría matado a nadie. Y entonces se
acuerda de las palabras que dijo un ser querido de un superhéroe justo antes de
morir:
“Un gran poder, conlleva una gran
responsabilidad.”
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