sábado, 26 de agosto de 2017

EL MECHERO


  • ¡Mierda mierda! - exclamó frustrado.

Lo tenía todo preparado, pero se había olvidado el mechero. El puto mechero. Rememorizó sus últimos pasos tratando de recordar cuando fue la última vez que lo había utilizado. ¿Se lo había dejado en el bar donde había almorzado? No... Allí no lo había usado. Siguió pensando. “¡Mierda, Miguel!” dijo para sus adentros recordando que se lo había dejado a su amigo para que se encendiera un cigarrillo. “Ya podría comprarse sus putos mecheros, siempre hace lo mismo. Te pide fuego y se apalanca el mechero”. Abrumado por el kaos que le rodeaba, corrió a buscar refugio en un callejón cercano. Ahí se enconró a una chica sentada junto a unos contenedores. La primera reacción que tuvo ella fue asustadiza, pero al verle bien, le inspiró confianza. Con sus ojos, la única parte de la cara que se le veía a la chica, le invitó a sentarse a su lado.

  • ¿Joder, vaya movida, no? - le dice ella apartando el palestino que le cubría la boca.
  • Ya ves – contesta él impresionado por la belleza de la joven muchacha – y encima yo me he quedado sin fuego.
  • En eso te puedo ayudar – dice ella tendiéndole un mechero – te lo puedes quedar, yo ya me he quedado sin gasolina.
  • Perfecto, luego corremos hacia el norte y nos vamos de aquí, ¿te parece? - le propone él.
  • Me parece – le contesta la chica asintiendo con una sonrisa enamoradora.


Se apresuró él entonces a encender el trapo y lanzó así un cóctel molotov con su corazón lleno de amor.


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