Pues esto es lo que sentimos mayoritariamente los que somos de por aquí.
Aunque supongo que es un sentimiento expandido por todo el territorio de este
decadente país llamado España. Los que buscamos trabajo, o tenemos trabajo,
sentimos asco. Asco por la precariedad laboral, cuyo aumento se nota como
empalmarse con el chándal. Una precariedad cada vez mayor alimentada por el
miedo. El miedo de los altos empresarios hoteleros a ganar menos, no sea que no
ganen lo suficiente como para invertir en hoteles que les salgan mas rentables
al otro lado del atlántico. Esas personas cuya ambición monetaria les ha
desplazado su afinidad hacia otros seres humanos a lo más recóndito de su alma,
el bienestar, la felicidad, los intereses, en definitiva, la persona, no
importa. Acepta el trabajo, anula totalmente tu existencia individual y pasa a
formar parte de mi engranaje crea dinero. Y sin rechistar, que hay cientos
detrás de ti esperando encontrar un curro. Ya he mandado a la mierda, de manera
siempre educada, pero a la mierda al fin y al cabo, a un par de estos negreros,
explotadores, esclavistas a quienes solo les falta el látigo. Me los imagino
lanzándose a su piscina de billetes y monedas cual tío Gilito, y atragantándose
con una de ellas hasta quedar sin respiración y acabar su vida de una manera
lenta, agónica y dolorosa. Y una sonrisa se dibuja en mi boca. Es lo que se
merecen. Se lo merecen por importarles una mierda la vida de los demás, por
mirar antes su bolsillo que el bienestar general de la sociedad. Porque con la
excusa de la crisis, en lugar de contratar a dos personas, aun haciéndoles
hacer menos horas y pagándoles un poco menos, le piden a una que haga el
trabajo de 3, y le pagan como media. Y tienes que dar gracias porque tienes trabajo.
Y la ley parece no existir en este salvaje oeste de empresas dispuestas a
sacrificarlo todo por el dinero. Pues hasta lo que yo sé muchas, pero muchas de
las prácticas laborales que se llevan a cabo por estos lares sodomizan a la ley
de manera brutal y salvaje, aunque la ley parezca estar acostumbrándose a ello,
oponiendo cada vez menos resistencia. Esto es la crisis, además de una excusa
perfecta para que el gobierno nos recorte derechos con total impunidad, también
es la excusa perfecta de los empresarios para exprimir hasta la última gota de
sangre de sus empleados sacando un beneficio extra para sus bolsillos. Pues por
mas que haya crisis, hay terrazas de hoteles que no engañan, que están llenas
como cada Julio, y sin embargo la precariedad laboral ha aumentado con creces.
No sé donde vamos a llegar, y me entristece mucho ver como las luchas de
nuestros antepasados por conseguir unas condiciones laborales medio aceptables
se ven ninguneadas y pisoteadas dejando a los empresarios de almas podridas actuar
a su libre albedrío. Si seguimos dejando que esto ocurra, vamos a acabar muy
jodidos, mas aún.