martes, 4 de abril de 2017

La típica película de amor

 Esto es la típica película de amor en la que chico conoce a chica, chico se enamora, chica le ignora, chica se enamora, un mal entendido le hace pensar que está con otra y se dispone a coger un avión para ir a vivir a otro país, o a otro estado norteamericano, mientras, desolado, chico habla con amigo en común, el típico amigo gracioso, y le hace entender porque chica se va. Entonces chico corre, cruza la ciudad, y tras un par de escenas de tensión, se reúne con chica en la puerta de embarque justo a tiempo, ese lugar en el que en realidad no te dejan pasar en los aeropuertos si no tienes la tarjeta de embarque, y, o bien ella no se va, o bien él se va con ella. Así, sin reserva ni nada. Y viven juntos felices para siempre. Leído esto ya os podéis ahorrar ver la mayoría de las películas de amor de los noventa y principios de del dos mil. Ahora bien, éste es el argumento de las películas americanas, si la misma cosa sucediera en la vida real y en otro lugar geográfico, el asunto sería muy distinto.

Hasta el punto en que chica está a punto de coger el avión todo sería mas o menos igual. Solo que con un toque extra de dramatismo sobre actuado digno de los dramas asiáticos. Estamos en Bangkok. Cuando chico se entera de que chica en realidad le quiere y decide largarse a raíz de un malentendido, salta del sofá y echa a correr por las abarrotadas calles de la metrópolis. Esquiva carritos de comida, turistas borrachos que sostienen una cerveza Chang a las diez de la mañana y pesados conductores de tuk tuk, que bien sabe, como buen habitante de la cuidad, que utilizar sus servicios le haría perder más tiempo que ninguna otra cosa. Llega a un taxi, que se niega a poner el taxímetro y le pide una exagerada suma de dinero por el trayecto por lo que para al siguiente que baja la calle, el cual si accede a poner el taxímetro pero sin embargo escoge una ruta mas larga para el trayecto, a pesar de las palabras que chico ha pronunciado al entrar: “Al aeropuerto, lo más rápido que puedas”. Por si fuera poco, el taxista tiene que parar a los pocos metros debido al tráfico. Los coches apenas avanzan por la calle y en la acera ve como los peatones avanzan a más velocidad que él. La chica, por su parte, está a punto de embarcar en el avión que la llevará al otro lado del mundo a iniciar una nueva vida. Consciente de ello, el chico agota su paciencia y decide correr hasta la estación de metro. Exhausto, chico se desespera al ver la cola de gente esperando para comprar el tíquet, y colarse, con los seguratas que vigilan siempre junto a las puertas, no es una opción. Frustrado, se pone a la cola.

Mientras tanto, la chica embarca en el avión, y despega.


Ya en el interior del vagón, chico mira la hora y decide que ya no hay nada que hacer, así que baja del tren y se sube en el siguiente que le lleva de vuelta. El vuelo de su amada ha despegado. Un día, decidirán aclarar el malentendido hablando a través de mensajes de alguna aplicación del teléfono móvil con muchos emoticonos. Pero ella ya está en otro país y la vida sigue. Ambos vivirán sus vidas por separado, vidas normales y corrientes, con sus altos y sus bajos. Fin.