miércoles, 19 de junio de 2013

INMÓVIL

Estoy en pie, firme, aguantando el tipo, sin mover un solo músculo, sin siquiera parpadear. Estoy tan quieto que parezco el centro de gravedad del entorno a mí alrededor. Algunos niños que corretean esquivando mesas, dando vueltas a la circunferencia que forma el bar en el que estoy metido. Nadie consume, ya he limpiado lo limpio y tengo prohibición expresa de sentarme, de mirar el móvil, de apoyarme, de beber cerveza… por lo que lo tengo el deber y la obligación de aguantar el tipo, dar buena presencia, incluso cuando nadie me ve. Así que allí estoy, de pie, inamovible, como un guardia real del palacio de Buckingham. No muevo ni un músculo, mientras las horas pasan lentas, tan lentas que parece que no pasan. Mientras un niño camboyano pierde una pierna al pisar una mina “made in USA”. Un finlandés muere ahorcado por la soga que el mismo ha atado a las vigas de su linda casa de madera al no encontrar sentido a la vida después de la jubilación. Un empresario español muere al estrellar su nuevo deportivo en Zurich. Un espermatozoide penetra un óvulo generando una nueva vida en el interior de Somya, la bella muchacha hindú de quince años. Mientras, un terremoto quiebra un bloque de viviendas en Tokyo y dos perros sin dueño están jodiendo en el parque. Pero yo permanezco inmóvil, una hora, dos horas, tres horas… Al principio pensando en mis cosas, recordando historias pasadas. Me acuerdo de mi primer amor en la ciudad condal, y de amor platónico en Elche. Me acuerdo de la pasión turca, y de mi amor oriental. Y una erección empieza a materializarse, por lo que cambio la pista del disco que gira en el interior de mi cráneo. Y cuando me canso de pensar, dejo de hacerlo, sé que puede parecer difícil, pero me da la impresión de conseguirlo, por un pequeño instante no pienso en absolutamente nada… Tal vez alcance el nirvana…

viernes, 14 de junio de 2013

RETIRADOS

(La historia que se relata a continuación es una ficción. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. O no…)

-          -  Que buenos tiempos hemos vivido. Es una pena que estén llegando a su fin. – Me dice Rodrigo mientras disfrutamos de un buen bourbon en el jardín de su mansión.
-          -  Si, y nada habría sido posible sin ti, -le digo- tu esfuerzo dio un resultado excelente.
-          -  Pero tú fuiste la cabeza pensante del plan. Todo es mérito tuyo, yo solo ejecuté el trabajo que me pediste.
-          -  Y con mucha eficacia. – Suele pasar que nos emocionamos con elogios mutuos, y nos cuesta parar. Cada elogio debe ser respondido por uno mayor. Es la cortesía de los hombres correctos.
-          -  Si te soy sincero – me explica – realmente tuve miedo de excederme y hundir el país hasta un punto de no retorno.  Y que la maniobra acabara hasta con nuestras riquezas.
-          -  Bueno… ciertamente la estrategia tenía sus riesgos, sí, pero, mi querido Rodrigo Rato, ahora soy recordado como un héroe español. El mejor político de la historia de la democracia. Nadie cuestiona el hecho de que merezco todas las riquezas que disfruto. Y tú, tu tomaste una posición muy importante en mi encumbramiento. Y por ello, te he traído un regalo.
Doy dos palmadas para que entre el camión con el regalo. Es un cofre del tesoro gigante que le he preparado a Rodri. Veo como se le iluminan los ojos al apreciar tamaño regalo.
-          -  ¿Es para mí?
-          -  Pero Rodrigo, ¿tu ves a alguien más por aquí alrededor?  - aprecio como el operador de la grúa me mira mientras baja el cofre de la carga de su camión. Supongo que se cree alguien. Pero es solo servidumbre. Ellos no cuentan.
Emocionado, Rodrigo Rato entra en el cofre del tesoro por la puerta que tiene en la parte frontal. Con esfuerzo levanta la cabeza para apreciar las miniaturas de oro de las torres Kyo. Tres metros de alto con un cielo azul siempre brillante pintado por encima de ellas. Todo el cofre está dotado de un sistema de iluminación que provoca un resplandor majestuoso en las pequeñas torres. Por supuesto, no falta el icono de “caja Madrid” en una de las torres. Sé que a Rodrigo Rato se le despiertan endorfinas al recordar como ganaba montañas de dinero allá por primeros de siglo. Desde que se retiró no ha vuelto a ser el mismo. Está apagado. Eso de que le ingresen millones de euros anuales en la cuenta por que sí no es tan divertido como ganarlos. Es como si ya no pudiera practicar su razón de ser. Ganar dinero a través de cualquier medio.  Entiendo perfectamente ese sentimiento. Una lagrimilla asoma por los ojos de mi amigo.
-          -  Muchas gracias José María. Me encanta.
-          -  De nada hombre. Para eso están los amigos.
-          -  ¿sabes? Pensando en ello, hay alguien que me da un poco de pena. Mariano también desempeñó una gran tarea, de hecho fue el que tuvo que manchar más su imagen pública. Su papel también fue muy difícil en esta trama.
-          -  Bah, no te preocupes, él ya tiene sus 40.000 Euros anuales. Que se abra una mercería en Galicia. -  No puedo evitar mofarme.
-          -  Pero eso es calderilla…
-          -  Suficiente para él, siempre fue motivo de burla, ya desde el colegio. No era un hombre destinado a triunfar. Estaba destinado a ser un perdedor, y sin embargo, gracias a mí, tuvo su momento y llegó a ser presidente de España, ni más ni menos.  
-          -  Pero es que con las medidas que tuvo que tomar no quedó ni un solo español que le tenga estima… me pregunto si era estrictamente necesario que aboliera las pensiones y los subsidios de desempleo.
-          -  Pues claro que sí. Así mi relevo fue triunfal. Y solo tuve que restituir la jubilación a los 102 años, y restablecí un subsidio de desempleo de dos mensualidades por año trabajado. Salvé el partido, salvé el país, salvé nuestra hegemonía política y lo más importante, perpetué la clase alta. La nuestra. La de los buenos hombres y las buenas familias. Y todo el plan llevado a cabo con la sutileza de un verso de Torquato Tasso.
-          -  Si, sin duda eres un héroe de la gente de bien del país. Solo que me da un poco de pena el pobre Mariano.
-          -  Podría haberse afiliado a Izquierda Unida. – Y estallamos los dos en profundas carcajadas.
-          -  Vayas payasos ellos – me dice.
-          -  Ya te digo -  empiezo a llorar de la risa – un mundo sin pobres, vaya ocurrencias.
-          -  ¿Qué sentido tendría entonces ser rico? – me dice sin cesar su risa.
-          -  La vida entera perdería el sentido. 
Tras un buen rato riéndonos a carcajadas, nos quedamos un buen rato más observando la estupenda iluminación de la sala del interior del cofre. Después, como ya no tengo nada que decir, me despido.
-          -  Bueno pues, nos vamos viendo mientras nuestras piernas nos respondan, ¿de acuerdo?
-          -  Claro que sí José María, claro que sí. Muchas gracias por el regalo.
-          -  Gracias a ti por ser de confianza – le contesto.
Me subo a un carrito de minigolf y me lleva hasta la entrada del terreno donde me espera mi limusina blindada. Le digo al conductor que me lleve a casa. Sé que no me quedan muchos años de vida. Pero estoy orgulloso y satisfecho de mi trabajo realizado. Mi carrera política me ha recompensado con unos privilegios dignos de mí. He sido un político perfecto.