lunes, 31 de enero de 2011

Cara al sol

*Recuperando textos un poco viejos, pero que al releerlos me han parecido entretenidos. 

Cara al sol con la picha por fuera,
me meo encima de la puta bandera,
la pasma por ello me empapela,
y es solo un pedazo de tela,
y tu sentimiento patriótico me la pela,
y no me consuela
que las muertes sean en nombre del país,
arrancaría las fronteras de raíz,
dedicaos a plantar maíz,
luego el problema es el hachís,
mecachis...
en la puta madre que os parió a todos,
desde el mas flaco,
hasta el mas gordo,
cazáis a jóvenes con futuros rotos,
ejército de subnormales idiotas,
jugáis al hundir la flota,
pero en vuestros barcos
viajan personas,
y no os importa matar sin piedad ni criterio,
vuestros disparos certeros,
no salvan vidas,
sino que las eliminan.

2009

*Uso una obra del banksy para representarlo. 

La sensacion de acabar algo.

Por vueltas que de sobre mi silla giratoria en frente del escritorio no consigo concentrarme en lo que debo. Hace una semana que lo único que quiero hacer es acabar de rematar aquellas páginas a las que casi podría llamar novela, pero me cuesta adquirir la actitud. Mi mente se distrae, y eso de que la determinación lo es todo, no me parece una realidad pues, en mi interior, siento que mi determinación es absoluta. Que voy a acabar el relato este mes y lo voy a presentar a concurso en marzo. Pero la concentración es otra cosa totalmente distinta, adquirirla es algo más difícil. Así que, tras marearme de tanto rodar, decido coger el borrador de los dos últimos capítulos, un boli e ir a dar una vuelta por el barrio, a encontrar un lugar donde merendar un poco y sentirme lo suficientemente a gusto como para leer detenidamente los dos últimos episodios, para corregir su infinidad de fallos y añadir detalles que, a mi parecer, son interesantes.

  Al final entro en un bar, pido un bocata y una cervecita que lo acompañe. Es raro como obtengo una concentración inmediata. No es que sea precisamente un lugar silencioso, es mas bien todo lo contrario, es un estruendo constante y absoluto. Entre la infinidad de voces, los ruidos de la cafetera, los golpes de los cristales al chocar, movimientos de sillas y un sin fin de sonidos diversos, el ruido es tal que no puedes pararte a prestar atención a nada, por lo que busco refugio en mis hojas, y lo encuentro. Hallo la tan ansiada concentración. Se ve que es verdad eso que dicen que los extremos opuestos al final se tocan por el otro lado. El exceso de ruido ha conseguido en mí el mismo efecto que el silencio total.

Así, entre bocado y trago, le doy la última leída a mis dos últimos capítulos de "El borracho inconsolable". Y cuando necesito descansar mis neuronas, simplemente, observo mi entorno, y veo escenas divertidas como el padre de familia que se ha traído a sus dos hijos al salir del colegio. Él no va a irse a casa sin tomar sus cervecitas y a sus hijos les da unos cacahuetes para que se entretengan y no le molesten durante sus preciados minutos frente a su rubia preferida. Una escena muy típica en los bares obreros de la periferia barcelonesa. Cuando acabo de leer el último capítulo, cojo mis cosas, pago, y me voy. Ahora queda maquetar todo lo escrito, subirlo a la web, comprobar que el diseño de la portada encaje a la perfección... en fin, aun queda mucho trabajo, pero la verdad es que yo salgo del bar con la sensación de haber acabado algo, al fin y al cabo, empecé a escribir la historia hace mas de seis meses, espero pronto poder sacarla a la luz.
 
  

sábado, 15 de enero de 2011

PROXIMAMENTE: EL BORRACHO INCONSOLABLE

Héctor Espada es un hombre cuya diminuta capacidad social le supone un problema para adaptarse a su entorno, llevándole a despreciar el mundo en el que vive. Encuentra refugio en la vida nocturna en la que se ve rodeado por una espiral de vicio y autodestrucción. No siente motivación por la vida ni siente la necesidad de luchar por nada, hasta que conoce a Estrella, una prostituta del barrio de El Raval de la que se enamora. Una mujer por la que pasará mas de una y mil penurias que intentará ahogar con alcohol.

  Héctor Espada es un hombre en busca de algo mejor, es cualquiera de nosotros en la lucha por sentirnos un poco mejor cada día, Héctor Espada es el borracho inconsolable. 

jueves, 6 de enero de 2011

RABIA

La disputa había sido acalorada, la violencia aun flotaba en el aire y Jorge lloraba arrepentido. Nunca antes había sentido un arrepentimiento tan grande. Se hacía extraño ver como un hombre tan grande derramaba lágrimas de tal manera por una cosa así. Aunque ya conocéis lo que dicen de las apariencias. El caso es que la ira le consumía. La rabia acumulada durante años necesitaba ser canalizada. Recordaba casos de hombres cercanos a él que habían acabado descontrolando su ira golpeando así a quien no lo merecía. Y Jorge temía acabar como ellos, pegándole a un amigo, o, peor aun, a una novia futura. Ese era el pensamiento que le hacía arrepentirse tanto de no haberle partido la cara a aquél capullo que les había vacilado prepotentemente. Había desaprovechado un canal de descarga de ira digno y su contador de furia acumulada había aumentado. Ahora era demasiado tarde. El capullo se encontraba ya lejos y lo único que podía hacer era derramar lágrimas, a pesar de que le avergonzaba que todo el mundo le viera así. 



*Fragmento rescatado de entre manuscritos caídos en el cajón del olvido.

martes, 4 de enero de 2011

CIENTO UNA


Ciento una caras,
cien de ellas que no recordaré,
una de ellas que jamás olvidaré.

Ciento una historias,
ninguna de ellas conoceré,
una compartir por siempre desearé.

Ciento una vidas,
cien de ellas ni me interesan,
mas una deseos en mi despierta.

Ciento una caras,
cien de ellas completa indiferencia,
mas una, la tuya, absoluta belleza.

*Poesía escrita hace aproximadamente un año, la subo ahora para darle un poco de vida al blog que parece estar muerto, aunque no lo está.