lunes, 7 de marzo de 2016

COLONIZACIÓN 2.0

En el libro “Días Birmanos”, Flory, una clara representación de la persona real y autor del libro George Orwell, es un colono inglés destinado en Birmania que tras comparar a sus compatriotas con los locales, llega a odiar a los de su propia raza. Esnobs ingleses que explotan la pobreza de los que les rodean para vivir una vida llena de lujos, siervos y ginebra trabajando lo menos posible. Se pasan la mayor parte del tiempo en el exclusivo club Inglés donde los locales no tienen permitida la entrada a no ser que sean criados del lugar. 

 En el Instituto Francés de Phnom Penh, Cambodia, proyectan un documental sobre George Orwell y las similitudes que tiene la Birmania actual con su profético libro 1984 y que residuos quedan de aquella época colonial en la que vivió. Muestran como los colonos despreciaban a las personas locales tratándoles come poco más que animales, que eran solo útiles en caso de que pudieran ser siervos, prostitutas, en definitiva, esclavos. Cualquier birmano que no fuera siervo de un blanco, era considerado un enemigo. No había término medio. Me gusta que haya esta conciencia y se denuncien tales atrocidades. Demuestra que las personas hemos aprendido y la lucha por la igualdad social en el mundo va adelante. ¿O no?

 Decido ir a ver el documental, y como llego un poco antes y hace mucho calor, me siento a tomarme antes un té helado en la barra montada en la entrada del centro cultural. Me lo prepara una simpática y alegre camboyana. La única del lugar. Me siento como en una versión moderna de los clubs colonos en los que los locales solo servían para servir, solo que en lugar de leyes prohibitivas y policía, ahora hay otro método para retenerlos en la entrada. Unos precios abusivos que el camboyano medio jamás pagaría. La camboyana que sirve en la barra está contenta porque tiene un sueldo y unas condiciones y salario ligeramente por encima de la media Camboyana, unas condiciones que se considerarían ridículas en cualquier país europeo. Igual que los criados de los clubes retratados en la novela de George Orwell, que estaban contentos de servir a los blancos porque representaba alto estatus y ganaban algo más de dinero que trabajando en el campo o en cualquier otro trabajo que no requiriera una formación específica demasiado difícil y costosa. Así que las cosas tampoco han cambiado tanto. El sudeste asiático sigue estando lleno de blancos que explotan la pobreza local para enriquecerse o montar sus lugares de recreo. A lo largo y ancho de Tailandia, Camboya, e imagino que también Laos Indonesia etc… dr pueden ver locales en los que raramente entra un nativo del país si no es un empleado, en su lugar están disfrutando de sus cócteles con precios exagerados hombres y mujeres blancos, hablando de cosas de blancos, conversaciones en las que no tiene cabida un asiático. Colonización 2.0 de la mano de nuestro amigo capitalismo.