Esto es la típica película de amor
en la que chico conoce a chica, chico se enamora, chica le ignora,
chica se enamora, un mal entendido le hace pensar que está con otra
y se dispone a coger un avión para ir a vivir a otro país, o a otro
estado norteamericano, mientras, desolado, chico habla con amigo en
común, el típico amigo gracioso, y le hace entender porque chica se
va. Entonces chico corre, cruza la ciudad, y tras un par de escenas
de tensión, se reúne con chica en la puerta de embarque justo a
tiempo, ese lugar en el que en realidad no te dejan pasar en los
aeropuertos si no tienes la tarjeta de embarque, y, o bien ella no se
va, o bien él se va con ella. Así, sin reserva ni nada. Y viven
juntos felices para siempre. Leído esto ya os podéis ahorrar ver la
mayoría de las películas de amor de los noventa y principios de del
dos mil. Ahora bien, éste es el argumento de las películas
americanas, si la misma cosa sucediera en la vida real y en otro
lugar geográfico, el asunto sería muy distinto.
Hasta el punto en que chica está a
punto de coger el avión todo sería mas o menos igual. Solo que con
un toque extra de dramatismo sobre actuado digno de los dramas
asiáticos. Estamos en Bangkok. Cuando chico se entera de que chica
en realidad le quiere y decide largarse a raíz de un malentendido,
salta del sofá y echa a correr por las abarrotadas calles de la
metrópolis. Esquiva carritos de comida, turistas borrachos que
sostienen una cerveza Chang a las diez de la mañana y pesados
conductores de tuk tuk, que bien sabe, como buen habitante de la
cuidad, que utilizar sus servicios le haría perder más tiempo que
ninguna otra cosa. Llega a un taxi, que se niega a poner el taxímetro
y le pide una exagerada suma de dinero por el trayecto por lo que
para al siguiente que baja la calle, el cual si accede a poner el
taxímetro pero sin embargo escoge una ruta mas larga para el
trayecto, a pesar de las palabras que chico ha pronunciado al entrar:
“Al aeropuerto, lo más rápido que puedas”. Por si fuera
poco, el taxista tiene que parar a los pocos metros debido al
tráfico. Los coches apenas avanzan por la calle y en la acera ve
como los peatones avanzan a más velocidad que él. La chica, por su
parte, está a punto de embarcar en el avión que la llevará al otro
lado del mundo a iniciar una nueva vida. Consciente de ello, el chico
agota su paciencia y decide correr hasta la estación de metro.
Exhausto, chico se desespera al ver la cola de gente esperando para
comprar el tíquet, y colarse, con los seguratas que vigilan siempre
junto a las puertas, no es una opción. Frustrado, se pone a la cola.
Mientras tanto, la chica embarca en
el avión, y despega.
Ya en el interior del vagón, chico
mira la hora y decide que ya no hay nada que hacer, así que baja del
tren y se sube en el siguiente que le lleva de vuelta. El vuelo de su
amada ha despegado. Un día, decidirán aclarar el malentendido
hablando a través de mensajes de alguna aplicación del teléfono
móvil con muchos emoticonos. Pero ella ya está en otro país y la
vida sigue. Ambos vivirán sus vidas por separado, vidas normales y
corrientes, con sus altos y sus bajos. Fin.