A Superforzudo, a
pesar de sus superpoderes, también le entran apretones. Especialmente cuando
bebe, cosa que sucede casi cada día. Así que deja la copa de whiskey a medias
sobre la barra, con prisa y el descontrol de su fuerza, la rompe. Se hace
añicos y se derrama el líquido que restaba.
-
¿¡Otra vez!? – grita el camarero.
Pregunta totalmente
ignorada, pues la necesidad es demasiado grande. Corre al servicio, se sienta,
y sale a presión un montón de mierda medio líquida. A veces cuesta creer que
eso, antes era comida. Cuando parece que
ha terminado, siente una fuerte puñalada en el interior de su estómago, y le
siguen unos gases súper poderosos. Tan poderosos que rajan el retrete y se
parte en varios pedazos, derramando el líquido oscuro y mal oliente que
contenía. Ahora lo del vaso de whiskey le parecerá una minucia al camarero.
Decide que tiene que huir de ahí. Otro bar al que no puede volver a entrar. Cuando
va a limpiarse, se da cuenta de que no hay papel, ni siquiera el cartón, por lo
que decide limpiarse con los calzoncillos y abandonarlos allí. Se sube sus
pantalones, se pone su oscuro pasamontañas y rompe los barrotes de la ventana
para salir volando de allí.
Entre la borrachera,
y su vértigo natural, cuando está surcando los cielos, vomita. Alcohol, bilis y
nachos con boloñesa se mezclan en su propulsada potada que cae encima de los
coches aparcados en el hotel “Royal Luxe” esparcida como si fuera una lluvia
ácida. Se para en una azotea para descansar. Su casa todavía está lejos. Desde
lo alto del edificio ve cómo pasan un par de coches de policía por la calle,
con las sirenas sonando y a toda velocidad. Aunque desea irse a casa y pillar
la cama, no se lo puede permitir. El deber de súper héroe le llama. Vuela a
toda prisa hacia donde se dirigen los policías y se encuentra el clásico atraco
a un banco. Como, en la ficción, los atracadores de bancos todavía son los
malos, decide irrumpir con su súper fuerza para detener a los ladrones.
-
Tío, el otro día estaba con una piba en la
playa, y claro, no llevábamos condón y tuve que echar el merengue al mar, y lo
vi largarse por el mar, sin disolverse, y empecé a pensar… ¿Y si mi semen acaba
en la vagina de una ballena y nace un ser especial, medio humano medio balleno?
– pregunta uno de los asaltantes.
-
No digas tonterías, eso es imposible – le
contesta tajante su compañero mientras ata a uno de los rehenes con una cuerda.
-
¿Por qué?
-
Pues porque no se puede quedar embarazada una
ballena de alguien de distinta especie, ¿es que tú no fuiste al colegio o qué?
-
Sí que se puede, tu padre lo consiguió – dice
seguido de una carcajada.
-
¿Estás llamando gorda a mi madre, hijo de puta?
– le responde enojado.
-
No está tan gorda para ser una ballena – y se
ríe todavía más
-
¡Callaos! – grita ahora un tercer asaltante. El
típico con una cicatriz y cara de más malo que los demás, una cicatriz causa de
una caída sobre un cristal en un momento ebrio, pero que da la impresión de ser
un verdadero busca peleas que se enfrenta a cualquiera– Estoy intentando
concentrarme en abrir esto y no hacéis más que decir gilipolleces, como no os
calléis de una puta vez os meto un tiro a cada uno.
Los asaltantes
llevan veinte minutos intentando abrir la caja fuerte en ese momento, pero no
saben cómo conseguirlo. De repente, como caído del cielo, bueno, literalmente
caído del cielo, aparece Súperforzudo en un aterrizaje forzoso que, tras
atravesar el tejado del banco, choca contra la caja fuerte haciendo saltar la
tapa por los aires. Los atracadores llenan sus bolsas con billetes de los
grandes. Sus caras son todo felicidad en ese momento. Escapan fácilmente
gracias al agujero causado por Súperforzudo al caer. El súper héroe, aturdido,
se encuentra solo ante la policía. Le apuntan con sus armas y uno de ellos
dice:
-
¡Alto o disparo!
SúperForzudo,
frustrado, sale volando a toda velocidad. Los impactos de bala en su cuerpo
rebotan como si fueran balas de goma. Desearía haber ayudado, pero no lo ha
conseguido. Decide irse a su casa y ver la tele en calzoncillos estirado en el
sofá. Es su manera de regalarse su merecido descanso. Si es que, a veces, ser
un súper héroe puede ser más complicado de lo que parece.
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