Hoy, sin saber como, me he despertado en el paraíso. Abro los ojos y todo son colores luminosos,
placeres intensos, disfrute extremo. Me levanto y me dirijo a un árbol abundante
de jugosos melocotones. Saboreo el jugo de su interior mientras sus ramas me
abrazan y me dan calor y afecto. Y de camino al siguiente placer esparzo
gasolina por todo el lugar.
Me entrego al calor de las enredaderas que me sirven en bandeja manzanas
rojas, mientras me fundo en su abrazo que me otorga todo el cariño y el amor
que necesito. Mi cuerpo y mi mente se sienten totalmente relajados en el
interior de esta espiral de sensaciones orgásmicas. Y entre el licor de los
dioses que me provoca la mas sensacional embriaguez, el pan de las serenas
tardes que me causa un sobrio bienestar casi extasiante y las lágrimas de
tristeza de tiempos pasados que alivian la carga de los años, voy dejando
montoncitos de pólvora unidos por una mecha.
Jamás saldría del paraíso si pudiera, pero la realidad está allí fuera,
y a veces es necesario salir. Será un periodo limitado, pero tal vez demasiado
largo. Solo el tiempo lo dirá.
Así que me levanto del paradisíaco lecho rodeado de abrazos y derribo,
sin darme cuenta, otro bidón de gasolina. Abro la puerta de salida y enciendo
mi último cigarrillo en el edén. El humo sabe mejor aquí dentro. Saboreo con
nostalgia las últimas caladas. Cargo con la mochila a mis espaldas, dejo caer
la colilla y cierro la puerta del paraíso detrás de mi, sin ver donde cae la
colilla que lanzo, todavía encendida.
La vida real, la vida fuera del edén, es dura, es jodida, pero se
sobrevive. Recuerdos del tiempo de felicidad extrema en el interior del mas
puro placer me dan aliento. La esperanza de poder volver a ello me da alegría,
el recuerdo de lo vivido se presenta en mi mente por fragmentos. Son mis
fragmentos personales del edén. Cuanto mas se acerca la fecha del regreso, mas
dura se hace la espera debido al incremento de mi impaciencia. Pero finalmente
llega, todo llega algún día.
Abro pálpito de emoción la puerta de mi edén personal. Todo parece estar
igual a primera vista, todo tiene el mismo aspecto, o aproximado, la puerta se
abre con la misma llave, pero algo falla. Huele a humo, huele a ceniza, huele a
quemado. Y el paraíso no me acoge cono lo hacía. En lugar de ello me empuja
hacia fuera, me rechaza, me desprecia. Comprendo que el paraíso ha ardido en mi
ausencia, ha sido totalmente destruido, entiendo, por mi inconsciencia, y se ha
vuelto a reconstruir en mi ausencia. Ahora soy un punto negro en el edén. Un
elemento que agita la tierra e incomoda a los árboles. Las enredaderas ya no me
dan afecto, sino que me empujan con rencor, me esquivan. Los frutos causantes
de sensaciones orgásmicas se esconden y no quieren ser atrapados. Dejé el
paraíso en llamas y tuvo que apagarlas por si solo, sin mi ayuda, y tuvo que
aprender a reconstruirse, y no le fue mal en mi ausencia, aprendió a vivir una
vida si mi y ahora no concibe mi reentrada. Ahora no me quiere ya mas en su
interior.
Triste y en soledad, no me queda otra que abandonar lo que fue mi edén.
Me acerco a la salida, dejo caer una lágrima en su interior antes de partir y
cierro la puerta a mis espaldas. Ahora solo queda dolor.
Vamos, como la vida misma, el ser humano es (auto)destructivo.
ResponderEliminarLo que destruimos no se repone tan fácilmente. Y no lo vamos a volver a ver como lo queremos. Abrazo!
ResponderEliminarLa inconsciencia nos juega malas pasadas.
ResponderEliminarAbrazos.
Tras un mes en la inopia tecnológica, vuelvo a disfrutar de la lectura de tu blog... y oye, pues estoy contento joder.
ResponderEliminarMu buenas.
El paraiso puede resultar un tanto narcotico y paralizante, si , puede resultar extraño,pero hasta el placer puede llegar a ser tedioso, en realidad la perdida es inevitable, es preferible la melancolia al aburrimiento de lo sublime.
ResponderEliminarinteresante blog, voy a ser tu seguidor 100 ¡¡
un saludo
Hola! Muy buena entrada. Coincido plenamente con Pedro: La inconsciencia nos juega malas pasadas. Muchas veces no hace falta irse a roma ni a parís para sentirse en el paraíso, esa es mi opinión por lo menos... Saludos!
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